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Adonibezec huyó pero lo persiguieron, lo capturaron y le cortaron los pulgares de sus manos y de sus pies. Entonces dijo Adonibezec: “Setenta reyes con los pulgares de sus manos y de sus pies cortados recogían las migajas debajo de mi mesa. Tal como yo hice, así me ha pagado Dios”. Y lo llevaron a Jerusalén donde murió.

Entonces los hijos de Judá combatieron contra Jerusalén, la tomaron, la hirieron a filo de espada y prendieron fuego a la ciudad.

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